Foto: Jasmine Verspeet ¿Cómo sería abrazar a un hombre como yo?
Me asumo por el agujero que tiene la estructura y deja entrever esta imagen, y al hombre al que veo. Veo a un hombre, con los brazos abiertos y una sonrisa tan amplia que los ojos se le achinan. Yo no sé tú, pero a mí me dan ganas de darle un abrazo. Visualizo esta imagen, y respiro. Miro, desprovisto de cualquier juicio, cualquier valoración que me haga perder, por un segundo, la belleza de este momento. ¿Un abrazo?. Sí. Un abrazo. Un abrazo sentido, sin palmadas en la espalda, y los cuerpos bien juntitos. El roce se permite y el culo... el culo relajado. La sonrisa verdadera y el contacto, deseado. Un abrazo donde los brazos rodean el cuerpo del otro, en espiral, pecho con pecho, corazón a corazón. Un abrazo de esos gustosos, de los que no quiero despegarme. Me entrego y me sostengo, acojo y sostengo. Doy, y recibo. Un abrazo suave, sin tensiones, sin que piense que es lo que el otro está pensando. Un abrazo tierno como el dulce de membrillo. Mi cabeza sobre otro hombro y mis ojos cerrados, ambos mirando. Un abrazo donde perderme, un abrazo no esperado. Que atraviese las distancias, que me apriete suave, me suspire fuerte y aleje a extraños. Un abrazo hombre a hombre, sensible, noble y ordinario. Sin vergüenzas, condiciones, ni gimnasios. Un abrazo que me llene, me acaricie y me de hambre, un abrazo entre iguales, un abrazo entre hermanos, un abrazo entre. Un abrazo que me penetre, y me ablande. Me devuelve el aire, me susurre vida, me dedique un canto. Un abrazo que me mueva, me despegue y me eleve alto. No hay mentiras, ni panfletos, ni milagros. Un abrazo que me acaricie como la risa, un abrazo como mil abrazos. Que me toque teclas, huela a tierra y sepa a mango. Un abrazo humilde y compasivo, que abrace mis luces y mis sombras, un abrazo que me recuerde quien soy, sin importarme lo que sea. Un abrazo íntegro y verdadero. Un abrazo agradecido. Cómo sería… como yo abrazo… como sería.
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2ª ParteEn la meditación al día siguiente, después hacer contacto con mi respiración y mis sensaciones corporales, volví a tener la imagen de mis manos con las palmas boca arriba, pero esta vez no estaban ni el fuego, ni la flor de loto. Sin embargo, posada sobre mi mano derecha pude ver una mano más pequeña y con un color de piel más claro que el mío. Alcé la mirada para percibir el resto del cuerpo de ese pequeño, y ahí sentado estaba mi hijo, Manou. Me costaba reconocer su figura con total claridad, pero si me era fácil recoger la sensación de la suavidad y frescura de su mano, que de alguna manera me trasladaba a percibir la energía desde el lugar donde estaba sentado. Me sentí muy contento de poder verlo, y de alguna manera sentirlo, tan cerca, y en contacto. Después, sentí curiosidad por ver quien estaba al otro lado, sentí que otra mano, también un poco más fría se posaba sobre la mía, una mano. Otra vez alcé la mirada y allí estaba Anne, su madre. Ella miraba a mi hijo y sonreía, pareciera que estuviera contenta de que los 3 pudiéramos estar ahí sentados tomados de las manos. A mí esta imagen me asombraba tanto, los 3 estábamos sentados en este triángulo, en esta triada cuya energía circulaba de manera armónica, era tan gustoso vernos a los 3 ahí sentados, sobretodo por la ausencia de tensión o de intensidad emocional. Quería mirar a Anne para encontrarme con su mirada, y ella parecía estar feliz y sonriente, me preguntaba dónde había quedado el dolor, el arrepentimiento o el resentimiento que había marcado nuestra relación en los últimos años. No se que había ocurrido, pero en ese momento no estaba. Me alegré incluso de verla, sonriente, como si cualquier cosa que podía arrastrar del pasado hubiese caducado. Un instante mas tarde, ambas figuras, madre e hijo, se fusionaron en frente de mi para dar de nuevo otra imagen, una imagen de mi, con la diferencia de que a esta nueva imagen la percibía con cierta distancia, más observador, como más desapegado. Podía observar mi cuerpo, cada parte, cada miembro, la forma y el color de la piel me parecían simples a la vez que bellos, de repente era como observar a alguien que no conocía, como si fuera un extraño, que a la vez, al descubrir su cuerpo, me despertaba curiosidad y atracción, quería acercarme a él, quería tener la sensación de tocarlo, reconocerlo. Me dispuse a conducir la meditación en este sentido, tomar esta dirección, ¡como no hacerlo, si justo el día antes me lo había preguntado! Me dispuse a tocar su cuerpo, suave y despacio, tomándome el tiempo para reconocerlo, reconocer la textura de su piel y el calor que emanaba, las curvas y los valles, las luces y las sombras, eran tan placentero. Al mismo tiempo sentía la ternura y la dulzura que emanaba, podía tocar su cara y su pelo, sentía que exploraba un cuerpo que creía conocer pero, de repente, ese contacto resultaba nuevo. Estaba tocando a un hombre nuevo. A un nuevo hombre, un renacimiento. Ahí fue, cuando me acerqué aún más a él, quería sentir el abrazo de este hombre, quería sentir el contacto de los 2 cuerpos, sentirlo y quedarme en él, por qué no, fusionarme en el abrazo entre los cuerpos, sentir el calor y la ternura, sentir el amor que desprendía de su cuerpo. Respiro profundo, y agradecido me siento. Hace tiempo que medito y siempre ha sido una parte importante de mi proceso personal.
Como profesional terapeuta y arteterapeuta lo recomiendo y me pongo al servicio para facilitar herramientas que te ayuden a encontrar tu propia manera de entrar en esta práctica tan saludable. Así que si deseas comenzar pero no sabes como o tienes alguna dificultad, ponte en contacto conmigo y hacemos una cita para encontrar el camino que mas te convenga. Primera ParteFoto: Jasmine Verspeet. Todo esto comenzó hace 4 días durante una meditación. Normalmente cuando medito a solas y no sigo ningún tipo de guía, simplemente me siento en posición de loto en un cojín, cierro los ojos y me concentro en la respiración, la posición de la columna y la sensaciones que emergen en el momento, a partir de ahí comienza lo que yo llamo, el viaje. Como a cualquiera le puede pasar, muchas veces, en los primeros instantes, incluso minutos, me toma un tiempo acallar la mente, y aunque ya aplico algunos ejercicios o herramientas, este momento forma parte de la meditación, y lo acepto. Hace unos días, me sentía un poco movido emocionalmente por una discusión con mi madre y me costaba llegar a un estado más calmo, de relajación. Cuando de repente, después de un profundo suspiro, de esos que arrasan con todo lo que pueda estar perturbando el momento, apareció en mi mente la palabra ‘surrender’. No se si la traducción en español llega a ser tan exacta para explicar el sentido que tuvo para mí esta palabra, pero vendría a ser algo como ‘ríndete’, ‘abandona’ o ‘entrégate’, e inmediatamente después, toda la tensión que podía tener en el cuerpo, se desvaneció. Lo mismo ocurrió con los pensamientos que circulaban hasta ese momento. Y, fue tal el alivio que sentí, que alcanzó mi corazón. Ahí, se me cayeron dos lagrimones, y todo lo demás desapareció. La flor que hacía días aparecía hacía unos días en otra meditación, comenzó a florecer aún más plena y brillante, la compasión colmó mi pecho, tocó de lleno mi corazón, y como si de un mantra se tratara, en mi pensamiento apareció ‘confía, confía, confía…’. Finalmente la meditación de ese día se hizo muy profunda y así me quedé después en mi relajación. Al día siguiente, cuando volví a sentarme a meditar, también me movía el deseo de cambiar algo en la forma en la que me sentaba a meditar los días atrás o como había hecho en otros momentos en el pasado, cuando meditaba con el grupo de meditación de Paramahansa Yogananda en Berlín o una vez de vuelta en Sevilla, en la sangha de Budismo Camino del Diamante. De repente recordé que, muchas veces, me cuesta recibir, quiero decir que, por mi naturaleza, y quizás por mis tendencias caracterológicas, estoy más acostumbrado a dar, a producir, y no me coloco tanto en recibir o merecer. Y bien, sentí que porqué no seguir ese impulso para armonizar ambas energías, aún más después de lo ocurrido en la meditación anterior. Así que, me dispuse a meditar y me sumergí en el recuerdo de las sensaciones que viví el día anterior, y ahí se me despertó la necesidad de hacer un simple cambio en mi posición corporal, poner las manos, que ya estaban apoyadas sobre las piernas, pero ahora con la palma de las manos hacia arriba. Algo tan sencillo, me aportó una sensación muy placentera y sentí que fue el inicio de otros cambios en mi meditación. A medida que seguía sumergido en la respiración, comencé a visualizar como una llama de fuego emergía en mi mano izquierda, sin embargo cuando llevaba la mirada (con ojos cerrados) hacia mi mano derecha, no lograba ver ninguna imagen o figura, más bien como una bola oscura, no se si como algo opuesto a la imagen de la llama en la otra mano, pero esto era lo único que lograba ver. Después de un tiempo sosteniendo esta imagen observé como la bola oscura de la mano derecha se convertía en una flor de loto que se abría lentamente. Esta imagen que resultaba ahora, con la llama de fuego en la izquierda y la flor de loto en la derecha, me dejó bastante sorprendido a la vez que con una sensación luminoso y muy agradable en mi cuerpo. Una vez terminé la meditación me quedó una breve sensación de dicha y sentía que había recuperado poder. Al día siguiente volví a sentarme a meditar y siguieron ocurriendo hermosas visualizaciones. En esta ocasión, me propuse comenzar recuperando las sensaciones corporales del día anterior (me está gustando hacer este práctica), la sensaciones que tenía en ambas manos y la imagen que las acompañaba o viceversa. Entonces la visualización continuó desde este punto, junto a una respiración profunda y calmada, y comencé a ver como unas manos, justo en frente y en forma de cuenco hacia abajo, se acercaba a ambas manos que seguían sosteniendo el fuego y el loto, no tanto para agarrarlas sino más bien como para percibir la energía que emanaba de ambos símbolos. Al tratar de llevar la visión más allá de las manos no lograba enfocar ninguna imagen, solo había oscuridad a partir de las muñecas, así que seguí concentrado en mi respiración y soltando cualquier intento de querer ver más allá de lo que alcanzaba en ese momento, lo que hizo que poco a poco se fuera desvelando una imagen que continuó apareciendo desde los brazos, y como una cortina de humo negro se desvaneció dejando aparecer el cuerpo desnudo de un hombre. Y , este hombre, era yo!. De repente como si me estuviera mirando en un espejo, se reveló mi propia imagen, solo con una pequeña diferencia; si las palmas de mi mano estaban colocadas hacia arriba, la imagen en frente las tenía hacia abajo. Me sorprendí al ver esta imagen, era obvio que esta viendo a mi opuesto complementario. Entonces fue cuando lleve mi mirada y mi atención a sus ojos y los miré, eran los mismos ojos marrones, y la misma forma de mirar, con la única diferencia que ante mi sorpresa él esbozaba una cálida y dulce sonrisa. Como si él ya supiera que esto iba a ocurrir. Entonces fue, cuando se me despertó un fuerte deseo de abrazar a ese hombre que estaba enfrente, me preguntaba ¿Cómo sería abrazar a un hombre como yo?. Hace tiempo que medito y siempre ha sido una parte importante de mi proceso personal.
Como profesional terapeuta y arteterapeuta lo recomiendo y me pongo al servicio para facilitar herramientas que te ayuden a encontrar tu propia manera de entrar en esta práctica tan saludable. Así que si deseas comenzar pero no sabes como o tienes alguna dificultad, ponte en contacto conmigo y hacemos una cita para juntos encontremos el camino que mas te convenga. Algunas reflexiones después de mi paso por la 2ª edición de Evolu100Hombres. Foto: Jasmine Verspeet. LA DEMOLICIÓN DEL PATRIARCADO
Hace un mes aproximadamente ahora de la 2ª edición del evento Evolu100Hombres, que tuvo lugar en Requena, Valencia, y al que fui invitado como facilitador. Después de la experiencia del año pasado y de lo vivido en la última edición, me parecía oportuno ofrecer un taller que llevo trabajando desde hace años, ‘el niño interior’. Algunos de los hombres que participaron en la edición anterior, me comentaron durante el encuentro sobre su dificultad a la hora de encontrar un referente masculino sano o simplemente un referente masculino. Muchos de ellos pertenecen a generaciones donde el padre no estuvo presente en sus crianzas, ya sea porque tuvieron que emigrar o vivir alejados de ellos por diferentes motivos o porque voluntariamente cumplían con el estereotipo del padre ‘ausente’. Aquellos que por la influencia de la cultura patriarcal decidían hacer uso de este ‘privilegio’. Me gustaría mencionar que ser fieles a este estereotipo y/o privilegio, también es dañino para nuestra relación con nosotros mismos, y con nuestros hijas/os. Hablaré más adelante de esto, en otro post. Por segunda vez, este año tuve la suerte y la responsabilidad de iniciar el evento, con una propuesta de taller, de la que salí bastante satisfecho. Fue emocionante ver como la mayoría de esos hombres entraban con facilidad en el juego y la diversión, recuperando la inocencia y espontaneidad que experimentamos cuando niños. Lastima, que estas cualidades vayan mermando a medida que tratamos de encajar en el ideal de adulto. ¡Cuántos niños encerrados en cuerpos de adultos!, solo tienes que observar a algunos de los abuelos que hoy día juegan y disfrutan con sus nietos, como si volvieran a vivir de nuevo, esa infancia robada. Fue hermoso poder guiar dicha experiencia y observar como algunos conseguían reconciliarse consigo mismo, a través de ese niño que todos llevamos dentro. Hacerlo presente, abrazar sus alegrías y también sus anhelos, poder abrir una puerta hacia la sanación de una masculinidad que parece necesitar presencia, ternura y amor. Recuperar a esos referentes a través de ellos mismos, descubriendo y despertando, siendo sensibles a su propia presencia, su propia ternura, y su propio amor. Una masculinidad que evolucioné regada por dentro. Cuando me disponía a escribir este post quería titularlo 'Ser niños para ser adultos', idea que me prestara mi compañero y facilitador Benjo Podlech, para resaltar el valor humano que poseen los niños. Pero, desde que acabara el evento, he tenido muchos sentimientos opuestos, y aunque soy amigo de la esperanza, a veces me siento tan impotente con lo que ocurre en nuestra sociedad, que no quería evitar darle voz a algo que quemaba por dentro. Poco antes del evento, habían asesinado a otra mujer en España, algo que desgraciadamente comienza a normalizarse. (hasta me suena peligroso decir ‘otra’ en esta frase). Nos disponíamos a encontrarnos en uno de los círculos de hombres grandes, donde acudimos todos los hombres. En este en concreto, consistía en salir al centro y decir algo, en primera persona, a los hombres que están presentes. Me sentía un poco nervioso. La noticia aún estaba en mi memoria. Y aunque no me gusta meter el dedo en la llaga, no pude evitar explotar de ira, poco después de tomar el centro del círculo. Mi discurso comenzó suave y un poco titubeante, pero ya podía sentir cierto enfado. Incluso, podía sentir como el calor subía por mi cuerpo, pero lo que no me esperaba un estallido de cólera. Fue, cuando los compañeros me señalaron que hablara en 1ª persona, que mi rabia explotó. En ese momento me sentí seguro y confiado de mi discurso, asertivo y honesto con lo que sentía y decía. Aunque lo único que pretendía era resaltar la importancia de ser íntegros y congruentes con los cambios y los propósitos que tomamos en estos eventos, me alteré y grité, ¡¿pero qué pasa cuando salimos por esa puerta?!, indicado con mi dedo la salida del recinto. Alcé la voz fuertemente y los miré. Saqué toda esa rabia que tenía dentro. Les expresé mi cansancio e indignación. Ahí, me quedé agusto. Después del estallido de rabia, cuando ya me senté, formando parte del círculo, no me sentí mejor. Me sentía avergonzado. No tanto por lo dicho, sino porque sentía vergüenza de los hombres, en general, y no especialmente de los que estaban allí. Pude sentir que la valentía y la vergüenza estaban muy cercas. A veces, en algunos círculos de hombres y otro tipo de círculos de desarrollo personal, se puede escuchar, e incluso yo mismo lo he nombrado, la valentía que supone revisarnos y cuestionarnos para cambiar, en este caso, nuestra masculinidad, tal y como la conocemos ahora. Sin embargo, también es de valorar, todos esos otros hombres, que fuera de estos círculos, son ejemplos de los cambios que experimentamos. Finalmente, sentí mucho agradecimiento. Pasado un rato, después de escuchar a los otros compañeros, me di cuenta de que había podido gritar y expresar mi rabia en un círculo de 40 hombres, y todos me habían escuchado y respetado. ¡No es increíble! Para mi lo fue. No quiero ni pensar lo que hubiera ocurrido de tener esa pataleta, bendito derecho, si lo hubiera hecho en la barra de un bar o un partido de fútbol. Ahora, en el tiempo, se me esboza una sonrisa en la cara y vuelvo a sentir agradecimiento por lo vivido, en aquellos apenas 4 días. Escribiendo esto, me siento con la certeza de que a pesar de lo efímero de aquellos momentos vividos, hay una semilla que crece en los corazones de todos los hombres que convivimos en Evolu100hombres. Son tiempos donde sabemos de sobra que la masculinidad de la vieja escuela lo salpica todo, o casi todo lo que conocemos dentro de las estructuras políticas, sociales y económicas en la actualidad. Para los hombres que nos iniciamos en este cambio, nos empuja a veces a tener que re-ajustarnos a las diferentes situaciones que ya no toleramos. En muchas ocasiones esto nos genera confusión y pérdida. No sabemos dónde ubicarnos. Necesitamos re-orientarnos y reconocer que para recuperar nuestro ‘poderío vital’, nuestro verdadero poder personal, implica renunciar a cualquier tipo de poder que siga ejerciendo el abuso o dominio que las estructuras patriarcales actuales siguen sosteniendo, por muy doloroso que sea. Cómo queremos hacerlo, es importante. A veces no basta con deconstruir. Para construir un edificio hay que derribarlo primero, y dejar el espacio suficiente para construir de nuevo. ‘Demoler lo que ya-no-más sostenemos, para volver al recuerdo de lo que somos’. Si tenemos en en cuenta que las estructuras sociales, políticas y económicas no son más que una proyección falocrática de nuestras estructuras personales internas, el cambio pasa por desarrollar nuestra creatividad y dejar ya, de mirar más para otro lado. Nos toca ‘dejar de mear fuera de la tapa del water’ y apuntar hacia una higiene personal que pase por la sensibilización y la consciencia de nuestro mundo emocional, sin dejar de lado la razón. Es el momento de crear respuestas que mejoren nuestra salud y la calidad de nuestras relaciones personales, con las mujeres y, por supuesto, con otros hombres. El tiempo de la competencia está agotado, quedó obsoleto, y no permite un desarrollo natural y completo de nuestras capacidades y habilidades personales. Es necesario cambiar el paradigma, y cultivar nuevas formas de reexistencia. Acudir a estos espacios, de encuentro entre hombres, para favorecer la comunicación y apoyarnos mutuamente frente al fuego, propiciar lugares de afectos y apropiarnos de nuestros cuidados comunes. Entonces... ¿estamos evolucionando?. Sí. En mi opinión, muy poco a poco. Si queremos pasar de nivel, antes necesitamos soltar el mando. Unirnos y seguir dando pasos. Tomar acciones que tengan un efecto en nuestra cotidianidad, a largo plazo. Pensar en nuestros hijas e hijos, lo que estamos dejando. Más, no se trata de buscar ser héroes o guerreros en ninguna batalla, de ningún reino. Más bien quitarnos las armaduras que nos siguen encarcelando y aletargando, para adentrarnos en nuestra integridad y el silencio de nuestros cuerpos. Agradezco enormemente a Francisco Fortuño y Miguel Méndez, por permitirme participar por segundo año en Evolu100hombres. Y que dure muuuchos más. A todos los compañeros facilitadores de talleres y círculos que vinieron de todas parte de España, y a todos los hombres que participaron en esta maravillosa edición. También, a todos aquellas mujeres y hombres, que me inspiran a seguir bailando al servicio de los corazones. Sanando la masculinidad desde el origen. En el fin de semana del 1 y 2 de Junio, algunos de los hombres del Círculo de Hombres de Sevilla que nos encontramos regularmente en el espacio 'La SinMiedo. Fusión género y cultura', nos marchamos de retiro para poder disfrutar de un fin de semana de convivencia y compartir con mas tiempo y dedicación los temas que tocamos durante los encuentro mensuales.
Llevábamos tiempo deseando generar este espacio y poder atender y profundizar un poco más en algunas de los 'fuegos' que se habían movilizado durante el año. Yo me sentía expectante y a la vez contento de que este encuentro tuviera lugar, deseaba que el ambiente, la confianza y la seguridad que generamos en el círculo durante los encuentros que tenemos en el año, pudieran extenderse y amplificar nuestra manera de expresarnos, mostrarnos y desvelar aquello que necesita ser transformado y deconstruido en nuestra experiencia del patriarcado. Cualquiera de nosotros podía traer una propuesta para acompañar al grupo y la mía fue una propuesta de trabajo con nuestro 'Niño Interior', como una vía para sanar nuestro masculino o la masculinidad desde el origen. Ya tenía ganas de llevar a cabo esta propuesta con un círculo de hombres, a pesar de que era un trabajo que ya había realizado en mi labor como terapeuta gestalt en diferentes eventos y retiros, solo que en este caso, estaba enfocado a los hombres y mas concretamente a los niños, todos esos niños interiores que habitan en cada uno de nosotros. La idea no era nueva, ya venía rumiando la posibilidad de llevar a cabo esta propuesta desde que tuve la oportunidad de participar en Evolu100Hombres, evento al que fuí invitado a participar por los compañeros Miguel Mendez y Francisco Fortuño en Octubre de 2018. Y es que, en dicho evento, algunos de estos hombres se acercaron para preguntarme, comentarme o pedir consejo acerca de su situación con respecto a su padre, tanto la actual como la que habían vivido durante su infancia, la falta de un referente masculino sano, la capacidad para poder cambiar aquello que habían recibido de sus padres o como podían ser padres que no reproduzcan los mismo patrones que habían heredado. Ya en alguna de estas conversaciones podía percibir el componente emocional que acompañaban a algunas de las experiencias vividas por estos hombres y la necesidad casi urgente de expresar dicha emoción que parecía ser sostenida con incomodidad. Algunas tales, como la rabia, el miedo, el rechazo o la indiferencia, se hacían presentes a través del diálogo que mantenía con cada uno de ellos, e incluso pude detectar muchas de estas historias personales respondían a algunos de los esteriotipos del patriarcado que tienen muchos puntos en común. Y es por ello, que me percaté de la necesidad de poder tratar este tema. Me puse manos a la obra, y para empezar, previamente al retiro, les pedí a los compañeros del grupo que trajeran una foto de ellos de pequeño, correspondiente al período de la infancia. Después de un primer círculo de bienvenida y aterrizar en el espacio circular llegó el momento de comenzar con la dinámica. Para empezar, la idea es que puedan mirar a ese niño como si no fueran ellos, de una manera mas objetiva, con distancia y poniendo atención a los detalles que no son tan conocidos o pueden nublar la visión directa de la foto. Así acercando y favoreciendo la posibilidad de tomar consciencia de otros detalles que aparecen invisibles o que pueden traer recuerdos que no están tan actualizados o son recurrentes a la imagen. Previamente, he colocado papel y lápiz para que cada uno de ellos pueda tomar nota de aquello que sea pertinente en el momento y poder registrar de alguna manera la experiencia del trabajo. Segundo, ofrecer una oportunidad para expresar(le) y comunicar(le) a nuestros padres como nos sentimos con respecto a ellos en ese momento. Tomar consciencia de sus emociones y sensaciones, como se manifiestan y que efecto tienen en ese momento. Durante el proceso es muy común pasar por diferentes estados, atravesar momentos de llantos, ira, tristeza, alegría o empatía, odio o compasión... Lo actual se entremezcla con los recuerdos de lo que puede estar pendiente, lo que nunca se dijo. En algunos instantes da la impresión de que hablara el niño pero con el cuidado del adulto. A su vez, formar parejas donde se genera un contacto de escucha activa que favorece la honestidad, la intimidad, la confianza y la seguridad para que se puedan desvelar incluso lo que parece más invisible u oculto. Es hermoso ver que en este contacto hombre-hombre se propicia sin defensas, donde la vulnerabilidad se hace fortaleza para lo que era temido y condicionado, dejar de ser lo que les dijeron que eran y ser un poco más ellos mismos. Después mirar de nuevo la foto con todo lo que sentían entonces, y transportándose al contexto y el momento en la que fue tomada, con todo lo que ésta despierta y en relación a las otras personas que pueden aparecer con ellos en dicha foto. Darse el permiso para reconocer a ese niño y acercarlo desde la imaginación, para poder conversar con él. Tomar un tiempo de reposo para asimilar e incorporar lo que pueda estar emergiendo, cerrar la mirada y respirar. Entonces, casi para finalizar, los guío en una visualización que permite conciliar y abrazar al niño interior y ayuda a sentir y asimilar los cambios que se han producido desde el comienzo de la dinámica. Seguido a esto, les propuse venir al centro del círculo para dejar sus fotos, y a 4 patas, caminar en el sentido de las agujas del reloj, tomando el tiempo para mirar las fotos de los otros niños compañeros. Así poder reconocerlos, cada uno con su historia, tan diferente, y a la vez, tan semejantes. A continuación, les pido que vuelvan a su sitio y escriban aquello que consideren ha sido significativo para ellos antes de finalizar con la sesión. El tema sigue presente a lo largo del día y se extiende de alguna manera durante todo el fin de semana. Algunos siguen removidos con la dinámica y necesitan encontrar un descanso o alivio de aquello que parece que se sigue moviendo adentro y les incomoda, incluido yo. Pero, aunque la dinámica terminara entonces, el trabajo no termina. Esto es algo de todos los días. Es interesante ver como cada uno de ellos, a través de sus experiencias y los comentarios al respecto, han tenido diferentes maneras de asimilar la figura de su padre, el referente masculino. La diversidad de puntos de vistas y vivencias es valiosa tanto en los puntos en común, como en las diferencias que enriquecen tanto a unas como a otras, pero sin una dedicación para producir los cambios necesarios en como hemos asimilado esta referencia masculina, poco de lo que estamos haciendo en este y otros círculos de hombres haría sentido en esta deconstrucción del patriarcado. Nada de esto sirve si después de ser conscientes de lo que emerge en esta propuesta u otro tipo de propuesta de 'sanación' de la masculinidad, sino tomamos la iniciativa y producimos un cambio real en los patrones, mandatos y 'educastración' que hemos recibido durante años. De esta manera, nuestro referente masculino, nuestra autoridad interna reflejada en la figura del hombre-padre, seguirá repitiendo(se), tanto en nuestra manera de tratarnos nosotros mismos, como al resto de los hombres y las mujeres, el resto de los seres humanos. Nuestra autoridad interna (padre interno), seguirá ejerciendo su poder y sus privilegios a menos que seamos capaces de sanar nuestra relación interna-externa con nuestro padre, con nuestro masculino directo. Y para ello es urgente caminar juntos y sumergirnos, aunque esto no nos guste tanto. Necesitamos volver a las raíces, las tuyas, no las que te dice el gurú, el terapeuta, el coach o el facilitador de turno. Nada de lo que te digan te servirá, si tú no haces el trabajo. Encontrarás alivio por un momento a tus males y tus miserias, evitarás el dolor de enfrentar lo indeseable, lo que mas quema de tu fuego, o conseguirás sustituir al padre que no has tenido por otro más bueno, dulce, suave y generoso, pero solo conseguirás eso, un reemplazo, cambiar una autoridad por otra, pero nada cambiará en tu manera de relacionarte con tu masculino, sino cambias tus creencias, tus hábitos, tus dependencias y tus mandatos. Sino eres capaz de creer y crear tu propio masculino, aquel que te devuelve a tí, a tu esencia. Donde eres lo masculino y también lo femenino, sin constructos, sin roles, sin pretensiones. Solo tú, solo uno... con la vida. Para finalizar, decir que 'la realidad no es así, la realidad está así y podemos cambiarla'. Pues lo mismo ocurre con el Sistema Patriarcal. Este sistema no es así, y ya está, este sistema está así y podemos cambiarlo. Y lo podemos hacer ya, ahora, atendiendo y educando a esos/as futuros niños/as que luego serán los adultos/as de este Sistema. Y por ultimo, dejaros aquí este testimonio de Juan*, compañero del Círculo de Hombres con el que me reuno en Sevilla. *(he usado un seudónimo para respetar la identidad del compañero). Al principio empecé yo viendo a ese niño, de la foto. Un niño feliz, de mirada limpia, que empezaba en la escuela. Ya mis hermanos mayores habían ido y yo sabía de que iba esto del cole. Me sentía rodeado del amor de mis padres en casa, adoraba a mis abuelos, era el ojito derecho de mis tíos y en cole me encontré con un grupo de niños y niñas que me acompañarían hasta la primaria y con quienes aprendí el valor de la amistad. Mi padre me llevaba mucho al campo, me traía animales para que los cuidáramos en casa. Jugaba, cantaba mucho en casa, y me hacía de rabiar con cosquilllas. La noche de Reyes, era más impaciente que mis hermanos y yo. Hasta ahí bien. Pero la dinámica cambió cuando tocó hablarle al otro. Una cosa es trabajar esto uno, y otra muy distinta hacerlo con alguien, y ya la explosión de emociones fue hacerlo en grupo. Por un momento, vi en mi compañero la imagen de mi padre joven, luego su madurez y sus años en los que se irritaba con cualquier cosa. Luego vi al abuelo de ahora, al que adoran tanto mis hijos. Mi padre veía en mi hermano al mayor, al primogénito. Entonces no es como ahora, y las cosas se compraban al mayor y las heredábamos luego los pequeños. Esto era algo que yo veía como tangible, pero también había cosas que yo no sabía entonces explicar. Lo cierto era que siempre era yo quien tenía que ceder frente a mi hermano para no enfadarnos. Era el destronado, y yo no podía hacer mucho ruido. Cierto que mi hermana era la mayor... ( qué gran persona ha sido siempre!), pero ella jugaba en otra liga por ser niña. La atención que me restó mi hermano de mi padre, mi madre me la compensó con creces. Luego todo se removió en la adolescencia... El fin de la niñez. Mi padre empezó a enfadarse cada vez más en casa. Pero no era por nosotros. Yo creo que también reproducía patrones de su padre. Su padre vivió una época muy mala, la guerra civil, la posguerra. En casa de mis padres al menos comían. En otras casas los padres no tenían qué darle a sus hijos. Eso tiene que ser lo más duro a lo que se puede enfrentar una persona. Pero mi abuelo era un hombre que, digamos trataba con dureza a sus hijos. Su madre una mujer muy protectora, correcta, estricta. Y quizá se desmadró (nunca mejor dicho) cuando empezó a vivir su vida una vez casado. Era la alegría de sus amigos y una penita y enojo en casa. Mi padre reprodujo algunos años este enfado en casa, pero al final supo reconducirse. Ahí mi madre supo como hacerlo. Quizá yo la apoyara mucho. Y quizá por eso, luego haya mantenido y repetido en mi vida ese papel de mediador y mi afán de meterme a solucionar conflictos. Lo que más me ha gustado de la dinámica de hoy es el enfado que se ha expresado en el grupo y luego, con esa sabiduría que solo el grupo tiene, se ha reconducido hacia el perdón, primero, y luego a la gratitud. Incluso al orgullo del linaje. ¿Tal vez todo sea un choque mal resuelto en la adolescencia? ¿Y si al final no hay tanto motivo para choque?. Después de la dinámica y de todo lo que compartimos, he sentido como no me pasaba hacía muchos años, la gratitud. Mi padre se empeñó en darme estudios si yo quería, y sobre todo, valoro que siempre nos hizo partícipes de las grandes decisiones familiares. A veces tomó decisiones económicas importantes según nuestra opinión. Lo cierto es que el domingo cuando llegué a mi casa llamé a mi padre y le hablé con más cariño que nunca. Hasta ahora había conseguido perdonarle los años aquellos de tanta ira, por todo lo que me dió antes y después. Ahora, gracias a esta dinámica, creo que puedo volver a quererlo, no como el abuelo de mis hijos, sino como al padre que me quería y cuidaba. *Si te ha gustado la lectura y te gustaría realizar esta u otras dinámicas dentro de mis talleres, o sí prefieres que ofrezca este u otros servicios dentro de tu círculo de hombres, festival o evento, puedes ponerte en contacto conmigo a través de este blog, mi pagina web www.felixarjona.weebly.com o escribiendo al mail [email protected]. Y además, si vives en Sevilla y quieres participar en nuestro círculo de hombres puedes escribir al mismo mail que aparece un poco mas arriba, o si te gustaría participar en el próximo evento donde llevaré a cabo este taller sigue el enlace abajo y no te pierdas la oportunidad de formar parte del grupo de hombres en este esperado evento http://evolu100hombres.com/. CONNECT NETHERLANDS 2019To Feel Hope I got to know Connect Conference through my friend Kristien. She told me wonderful things about this conference that was already in its fourth edition at that time and that was held in Slovenia. By then I was very busy and could not understand what was the purpose of this type of conference, so this time I gave up the possibility of participating. After a meeting with Kristien in November 2018, I could better understand what this conference was about and I felt the motivation for the two of us to record a video together, which we then sent to Nives, one of the organizers, to show my interest in participating in the conference as a collaborator and being able to enrich myself and get to know what happened a few months later. After some online talks with Nives to get to know each other a bit more and to tell her about my professional work, this year the organization invited me to participate in the V Edition of the Connect Conference that would take place in Zeist, Utrecht, Netherlands. The day of my arrival in Zeist from Seville, it received me with a breeze and a time that, along with the smile of Nives, predicted that my landing in Holland would be the prelude to a week full of warm and pleasant moments. Upon arrival at a huge school full of young Waldorf education students, whose ages ranged from 17 to 19 years, plus a group of volunteers between 19 and 30 years old, and a group of teachers and collaborators up to 60 years old, all of them from 24 different nationalities, of which, curiously, I was the only Spaniard. This made me go back 20 years in my life and reconnect with those moments I spent in school, that school full of diversity that I dreamed of when I was asked to paint in class: how would you like your school and your classmates to be? class? ', and one felt that one day that painting would come true, that dreams have come true. A little later, after settling in my room inside the school, it was time to meet the rest of the participants, collaborators, volunteers and organizers. After several games in which we could introduce ourselves by the height, the distance from our country to Zeist or the color of our eyes, we went to dinner and then to the official presentation and the opening of the Connect Conference. There we could announce what our proposals were as collaborators, the program for the whole week, release our bodies a bit and finally dance all together "Will you be there" by Michael Jackson (to be honest, the latter was something I never imagined I could do surrounded by 200 people). After this presentation, Connect Zeist 2019 began, and we went to the celebration with an opening party, DJ, music and dancing. The next day the program began with a daily schedule that was a bit tight, ranging from the morning debate, conferences, different spaces to generate discussions on several current issues, the night coffee, the day of action, the space of initiatives, the market and the Workshops, without mentioning that there was still a space for the siesta and another for the party at the end of the day with performances, concerts and DJs and some surprises. And, of course, I got to wondering how it was possible to hold such an event, so full of proposals and activities, and restless and excited young people who barely knew each other, except those who had repeated in previous editions. Well, it was more than valuable to discover that thanks to the team of volunteers and collaborators who participated for free and who put the best of themselves. From the first minute upon arrival, both in the preparation of all meals, the cleaning of the spaces, and the organization of the accommodation ... as well as the organization of the work teams or the emotional management necessary to facilitate a climate of trust , security and well-being for all those young people. And within this swarm I also got the time to participate in Connect. After the conversations I had with Nives, my function at the conference was clear, but one never knows what is going to happen until the moment of the activity arrives, until one realizes the necessity and value of that function. During the previous editions, many of these young people had been accompanied by their teachers, who also participated in some of the activities and even activities created for them. However, the organization realized that these teachers hardly found a moment of rest, a time to take care of themselves. Well, not only had to accompany the students during the trip, but afterwards they still fulfilled their work during their stay at Connect. That is why my proposal raised a place for the care of these teachers within Connect. My task was to devote at least 2 hours in 3 days, to create a space where teachers could return to themselves, have a moment to breathe, introspect or meditate, feel their bodies, play, dance, massage and even rest , but above all, a space to disconnect from daily obligations and connect with their beings. My work brought that pause and silence, which could give them back a sense of what they were doing and what they were doing, listening, going down from the mind to the body, activating the sensory awareness, the practices of movement and contact through the improvisation and playfulness, mobilizing internal resources and capacities in connection with their physical, emotional, intellectual and even spiritual abilities, served to dissolve the burdens, pressures and stress of the obligations and automatisms of their work, and open spaces to the possibility to relate beyond physical, cultural, political, racial or social differences. Sensitize life through the body to enter the vulnerabilities that make us equal. My function offered an invitation to touch and enter the body to recognize its wisdom that integrates the mind and dances with it, respecting the internal rhythms and spaces when the expression is released and reveals our true Self. Encourage and Promote a place where you can manifest your desire to join in Cooperation, Fraternity, Digitity, Responsibility and even Detachment. It was in this workshop with the teachers that I began to feel that finally, I was already there, stepping on the ground. Although it seemed that this was my place to give, he positioned me gently and with gratitude in the place of receiving. While they spent their hours giving, teaching and helping the young people they accompanied, in the workshop it was inevitably the place for them to receive. For that reason, and in each of those days I spent with them, their faces of relaxation, their laughter, their games, their dances and their expressions, became a gift, an experience that made me want to hug, to extend or to freeze in time. The days went by and despite finding my times of rest, every day I felt a little more tired. Going for a walk to the nearest forest, breathing fresh air and stopping for a few hours the intensity that was generated in the school, were sources of energy to resume with more desire to work. After the first day of the workshop one already knows the participants a little better, the non-verbal communication through the bodies, and also the expression of their bodily needs through the word, made every day, in spite of my preparations previous, adapt the session improvising with some of the material that I keep in the layers of my body. So observing the climate that was being generated in the conference, and what I shared in the talks with other collaborators, it seemed appropriate to make a proposal for the space of initiatives, where in addition to promoting the connection between the participants, this connection occur through the body, more specifically through a massage in trios. So that in this way you could deepen the relaxation of the muscles, taking as a reference when kneading bread, penetrating the density of muscle mass to soften it and leave it available to receive contact. It was beautiful to see how many of these young people participated without having experience and although at first they found it strange, little by little they gave themselves to the proposal and reached more available to continue sharing with their classmates, favoring the moments of exchange and sharing from others vital spaces less common and at the same time more honest, direct and necessary. Beyond these moments in the workshop I could observe, as it has been common in young people of these ages, a special attention to share moments of superlative happiness, that happiness that seems not to be anchored and that sometimes contrasted with the real feelings of some of the participants when I talked to them, when I delved a little deeper into what were the internal concerns or motivations that were awakened by being there participating in the event. Hence, I sometimes questioned whether the quality of the proposals of some of the collaborators was proportional to the real learning of the students or if they covered sometimes a more real need to know who they are and how to deepen the personal relationships that are establish in these meetings. As a result of these questions, and as it has been happening to me in several of the conferences and meetings in which I participated, the feeling was that perhaps 'less is more', and to draw some lines on the pedagogical material and the focus of learning that the conference contributes could build new ways of feeling and thinking more assertively about which are the roads, if there are at that moment, to build other realities closer to the cultural, social, economic, political or climatic differences that are addressed during the meeting. In many of these young people there is an almost existential need to have a real identity that is rooted in something that can probably go beyond the set of ethical and moral ideas or principles with which you can feel affinity or have inherited from your family or your closest community. Something that can give more firmness and consistency to the adaptation to certain groups of young people and validation by them, so that these young people are accepted because they comply with certain regulations or canons established by these groups. This only contributes, in part, to the fact that the basis of the set of beliefs that are part of the perception of the world and the life of these young people, goes beyond what in each group represents the authority, whether it resides in a leader, in a regulation to adapt to or in a series of challenges that young people must achieve. This can be useful for young people, at a certain moment to understand what is one of the systematic movements of youth when developing within the social sphere, but it can be confusing and even sometimes dangerous, if the qualities have not been cultivated. unique and internal resources for young people and that favor their personal development, their autonomy and their individuation. So that these young people recognize themselves as intendants of the group they wish to join but do not feel that their existence depends on this sense of belonging. All this settled even more after attending two of the debates in which the professors and some of the collaborators participated. In these we talked about some of the issues that, sometimes more than others, we perceived that emerged in the conversations or experiences shared by young people. Reflect on the differences between Africa and Europe, with the participation of teachers from Uganda and Tanzania, the conflict between Israel and Palestine, with the presence of Muslim and Jewish professors, and the privileges of the upper classes of Northeast Europe as opposed to the impoverishment of the middle class in the Southwest. Then, something that began to be obvious was the need to tell stories, those stories that make us empathize. This was necessary to recognize us in the vulnerability that makes us equal, and that dilutes the differences of any kind. But these stories had to be told from oneself, from personal experience, from the place where depending on where you were born or have been educated you will be considered in one way or another, but never with the same dignity that any human being deserves. This made me realize that regardless of how I had arrived there or if the organization of the event had been appropriate or if the young people would really learn something once they got home, for a few moments a day, there was born in me Light and promising feeling. What I felt was Hope. And it is that this meeting helped me to value this feeling. It helped me to value that dreaming to create these meetings and carry it out is something that deserves the joy to do, because no matter how thoughtful it may be, hope is not something we think, it feels in the body. And I have felt it. To Feel Hope SENTIR ESPERANZA |